Aparece un producto que no es tecnológico, que decora, que da estilo a un despacho, un entorno, a tu moda, eso es vintage porque todo el mundo lo recuerda, lo vió en una película, en una serie, en casa de su abuela.
El marketing también utiliza ese recurso. El consumidor moderno es exigente y quiere muchas cosas, pero también quiere sentirse bien consigo mismo, y mejorar eso que llaman el karma.
Según un estudio de Alan R. Hirsch, “la nostalgia se considera un anhelo de un pasado idealizado, un anhelo de una impresión saneada del pasado, lo que en psicoanálisis se conoce como memoria de pantalla, no una verdadera recreación del pasado, sino una combinación de muchos recuerdos diferentes, todos integrados entre sí, y en el proceso se filtran todas las emociones negativas“.
El marketing busca el efecto positivo en sus acciones. Y los recuerdos normalmente causan esa sensación porque el ser humano tiende a evocar ciertas etapas de sus vida con lo bueno de ese momento.
¿Cómo conseguirlo?
Con campañas que se centren an algo muy conocido del pasado.
-El vestido que llevaban en una película.
-Esas gafas de ese presentador.
-Un juego que todos jugamos hace años.
-Una serie que nadie se perdía.
-Aquel eslogan superfamoso.
Todo el mundo sonríe al pensar que hacía en ese momento, y eso es agradable, nos relaja, y vende.
En sectores como la moda y los complementos, la decoración, estilo de vida, etc es esencial siempre volver al pasado.